Prioriza el amor, el que das y (sobre todo) el que recibes…

En 2018 y 2019 realicé un viaje alrededor del mundo en 2018, haciéndolo aprendí una tonelada de cosas. Sin embargo, hubo algo que destacó del resto, fue como una gran sacudida en todo el cuerpo como nunca antes había sentido. Cuatro letras: amor.

Lo sé, nada nuevo, todos los sabemos, sí, pero aquí otra cosa que he aprendido en este año y medio. Una cosa es lo que sabemos, otra lo que necesitamos saber/entender, otra lo que entendemos y absorbemos, y otra muy distinta interiorizarlo en lo profundo del ser. Hasta que llegamos a la última fase pueden pasar muchas cosas y mucho tiempo. Todavía no he llegado ahí con el amor, estoy en la penúltima, en asimilarlo. No hablo del amor entre pareja, que es una parte claro. Hablo de la importancia de colocar el amor ante todo, para mí, sobre todo el amor que recibo y necesito. Es vital y voy a priorizarlo. Además de darlo sin contemplaciones y a todo el que pueda, en sus diferentes y apropiadas formas.

Hasta hace unos meses atrás, he tenido verdaderos problemas con pedir ayuda y aceptarla (otra forma de amor), así como actos de generosidad o amor en su más extensa forma. No digo que ya no tenga problemas, no seguiré sintiéndome cómodo, pero ya sé dónde tengo que poner mi atención y foco. Son dos los grandes movimientos que debo hacer, privados y personales ambos, estoy decidido a afrontarlos, porque es justo lo que más respeto y rechazo me causa, así que voy hacia ello.

He tomado la creencia que más me limitaba y me impedía, la indignidad, y he llegado a las entrañas, a sus raíces y desde ahí, estoy revertiendo el proceso. Comparto esto contigo porque me importas y creo que es bueno que sepas dónde me encuentro, y que una actitud, mentalidad y espíritu imparable empiezan por la más real de las vulnerabilidad.

Siento como haber nacido de nuevo pero con estos 38 años que saben a 108 años.

Vamos a ello.